Cuando los días acortan sus horas de sol y empieza a apetecer algo de abrigo, la naturaleza se transforma y nos regala… ¡una auténtica fiesta para los sentidos! Y Villoslada es uno de esos destinos privilegiados donde ya puedes disfrutar de sus encantos en todo su esplendor. Es el otoño: explosión de colores, berrea, frutos silvestres…
■ La vista: Una paleta de colores interminable
Los bosques de Villoslada adquieren una belleza inenarrable en este tiempo. La gran masa forestal de hayas, una de las tres más abundantes en el Parque Natural Sierra de Cebollera y su otoñada progresiva hace que en poco espacio de terreno podamos encontrar todos los matices imaginables entre el verde, el amarillo y el marrón.
Pero el hayedo no es el único protagonista de la obra de arte en que se convierte nuestra sierra. Tonos rojizos, desde el anaranjado de la hoja del arce, al caldera de la del de Montpellier o el rojo intenso de varios frutos impactan en nuestra mirada. Y otros más curiosos y desconocidos, como el fucsia-naranja del fruto del bonetero nos recuerdan que siempre nos quedan cosas por descubrir.
Algo más tardía, la otoñada del robledal y la curiosidad de la marcescencia de sus hojas, que se resisten a caer, alarga la presencia de una estación ideal para sentir la grandeza de la naturaleza.
■ El oído: Berrea, el ‘secreto a gritos’ de la lucha por la vida
El otoño en Villoslada también tiene música original. En ese paisaje sonoro, una voz solista emerge sobre todas las demás: la berrea del ciervo. Los machos, hasta este tiempo semiocultos en sus encames del bosque, se dejan ver retadores lanzando sus característicos bramidos para cortejar a las hembras y reclamar su preminencia en el territorio. Una oportunidad única para conocer mejor a esta especie, siempre que lo hagamos desde el máximo respeto por los ciclos naturales.
■ El gusto, el olfato, el tacto: Un bosque generoso que da frutos
Nuestras privilegiadas condiciones climáticas y la diversidad de nuestros bosques y prados nos convierten en un territorio generoso que nos regala frutos abundantes, especialmente en otoño. Desde frutos rojos, como las moras, las endrinas o los escaramujos, hasta otros secos, como las bellotas, las avellanas o los hayucos, son varios los atractivos que nuestros bosques ofrecen al aficionado.
Nuestras masas de pinos, hayas y robles también acogen un relevante número de especies de setas, de las que conviene conocer que se gestionan mediante un sistema de autorizaciones, al que podrás acceder en el apartado ‘Micocebollera’ de la pestaña ‘Medio Natural’.